Distópico (Ft. JEGT)
- jegt02
- 24 jun 2022
- 7 Min. de lectura

Roy:
Más de una vez lo he dicho, hacer lo que te gusta es mejor cuando lo haces con tus amigos, ya sea construir robots, jugar videojuegos o escribir un blog. Por eso, después de platicar un rato sobre los temas recurrentes de un par de nerds, Jegt (Emmanuel Granja) y yo concluimos que sería interesante colaborar en un post que al final se convirtió en una breve historia de ciencia ficción escrita en su totalidad por mi ahora colaborador y desde hace tiempo amigo.
A modo de una breve introducción a Jegt: nos conocimos, si no mal recuerdo, en 2009, cuando a mi salón de clases entró un tipo delgado, bajo de estatura y que, a simple vista, parecía retraído y poco social. La clase era Taller de Robótica, tema que se convertiría en el eje central de nuestra amistad a lo largo de los años. Demostró, inmediatamente, habilidades superiores a las del promedio, comprendiendo temas complejos rápidamente, a veces más rápido que yo (que tenía apenas un año dando clases y experimentaba bastante con los temas e inventos que se abordaban en las sesiones), ganándose así un puesto en el Club de Robótica, una actividad extracurricular en la que entrenábamos para después participar en concursos, especialmente en el concurso interinstitucional.
Jegt conoció el triunfo y el fracaso repetidas veces, como todo buen robotista. Y conforme pasaba el tiempo fue mejorando su arte. Esa pasión compartida nos llevó a colaborar en varios proyectos, siendo el más importante hasta el momento Robótica Golem, del cual (junto con Luman, Víctor y Geras) somos co-creadores y nos valió varios premios, reconocimientos y muchos éxitos.
Hoy, no sólo es un gran creador de robots, es ingeniero en mecatrónica, sabe electrónica, programación, mecánica, es a quien siempre acudo en caso de problemas de impresión 3D, hace y fabrica cosplay, es diseñador 3D (tanto para mecánica como para videojuegos), sabe Unity, tiene alma nipona y, por supuesto, es un gran escritor, pero esto último dejo que ustedes mismos lo corroboren. Yo, seguiré sus pasos en camino al próximo Premio Nébula.

Jegt:
¿Cómo podrías saber si vives en una distopía?
Blade Runner (1982) presagiaba un futuro oscuro, luces de neón, sobrepoblación y deshumanización. Quizás fue demasiado optimista en cuanto a avances tecnológicos. Ambientada en 2019, presagiaba la llegada de autos voladores, viajes interplanetarios y la creación de humanos artificiales.
Para bien o para mal nada de esto sucedió, en su lugar tuvimos la llegada de la pandemia de Covid-19, que derivó en una crisis social como pocas veces se ha visto en la historia. El encierro voluntario o involuntario, cambió nuestro estilo de vida. Y aunque al principio parecía algo insoportable, ahora estamos perfectamente adaptados. Justo como los personajes de los relatos distópicos.
Algunas empresas se han empeñado en hacer realidad artilugios o sistemas de estas distopías. Entre las mas destacables tenemos al metaverso, la versión cutre de OASIS (Ready Player One), no hay que olvidar que al igual que OASIS es una forma de evadir la realidad, escapar a mundos idílicos. Porque arreglar el mundo real no es, ni será rentable.

Ahora imaginemos que nosotros somos la distopía.
Hay cosas en nuestro día a día cuya existencia se ha normalizado y ya ni siquiera la cuestionamos. Para nosotros, por ejemplo, es normal publicar todos los detalles (positivos, generalmente) de nuestra vida para que personas que alguna vez conocimos (o no) estén enterados de lo bien (o mal) que nos va. ¿Cómo le explicarías eso a una persona en los ochentas o noventas sin asustarlo? ¿Cómo le explicarías eso a una mega corporación sin que quiera imitarlo?

Distópico
En una blanca e iluminada cabina de entrevistas, un solitario robot esperaba pacientemente para ser activado en cuanto el próximo usuario entrara por la puerta. La cabina era pequeña, de no más de tres metros cuadrados, con una silla y una mesa. Sobre la mesa, suspendido en la pared, se encontraba Chato, apodado así por carecer de una nariz.
Chato despertó de su breve sueño, tenía los datos del próximo entrevistado. No era una solicitud de empleo, era más bien una reclamación.
Segundos después un hombre entra en la cabina.
«Alejandro Pascal, 36 años de edad; trabaja aquí en ensamble y comprobación de los sistemas de piloto automático de las unidades Isis y Vector; índice de productividad 49%».
—Bienvenido, por favor tome asiento —Dijo Chato mientras señalaba la silla frente a él.
—Yo…
—Sé quién es, y sé que ha venido por una reclamación sobre su índice de productividad. Y aunque tenemos una certeza del 99.99% de que su puntuación es correcta, escucharemos su reclamo.
—Oh, bueno…
—Es mi deber informarle que esta entrevista será grabada, si está de acuerdo por favor continúe.
Pascal, visiblemente irritado, esperó unos segundos para que el trasto blanco con brazos de T. Rex terminará de dar su monólogo.
—Por favor continúe.
—Está bien, le contaré cómo es que mi puntuación pasó de 93 a 59 en un solo día, y quiero dejar muy claro que no fue mi culpa.
Chato asintió ligeramente. El hombre contó cómo subió al Maglev rumbo a su conglomerado residencial al terminar su turno, y a pesar de estar seguro de haber tomado la línea correcta nunca llegó a su destino.
—Tenemos registros de dispositivos que comprueban su relato hasta este punto, por favor continúe.
—De un momento a otro yo estaba en un vagón, pero no era el vagón del Maglev, era el de algo lento, ruidoso y parecía que se caería a pedazos en cualquier momento.
—Nuestros registros marcan su desaparición a las 22:13:22. No se encontró falla técnica en los dispositivos.
—Exacto, terminé en otro lugar, y contra mi voluntad.
Hubo un prolongado silencio, mientras Chato pedía instrucciones a la computadora central.
—Su desaparición podría significar una falla crítica en nuestros sistemas de seguridad. Sabemos que no estuvo en ningún sector bajo los servicios de vigilancia de la corporación. Por lo tanto, a partir de aquí requerimos acceder a la información de sus dispositivos cibernéticos para corroborar su historia, si accede por favor diga “Estoy de acuerdo”.
—Estoy de acuerdo.
—La corporación agradece su cooperación, por favor continúe. Tal vez pueda recordar el nombre de ese lugar.
—No, lo siento, ellos hablaban otro idioma, y no podía leer sus letreros.
—Por favor haga una descripción del lugar.
—Era caliente, hacía mucho calor. Y había un desagradable olor a humo en el aire. Las calles eran…—Pascal se sobresaltó— ¡Los autos no volaban!
—Los vehículos personales de levitación pueden no estar disponibles en algunas partes del mundo, por favor continúe.
El hombre se dejó caer sobre el respaldo de la silla.
—El sol era demasiado intenso, quemaba la piel a los pocos minutos.
—Puedo detectar que tiene quemaduras de primer grado. Por favor continúe.
—Y como dije, los autos no volaban, pero tampoco se movían demasiado. Estaban casi estáticos. La gente caminaba alrededor de las calles, por las orillas, era extraño.
Chato no encontraba referencias de un lugar así en la base de datos de la corporación, necesitaba más información.
—Por favor describa a las personas que vio.
—La gente… Si, llevaban algo consigo, todo el tiempo. Una pantalla, del tamaño de una palma.
— ¿Un dispositivo electrónico personal?
—Si, y todos eran iguales.
—No hay registros de ningún dispositivo con esas características.
—Quise ver uno de cerca, pero no me lo permitían, parecía ser algo muy importante.
En este punto de la entrevista, varios ejecutivos habían sido convocados por la computadora central. Pascal no mentía, según el monitoreo de Chato, pero lo que describía nadie más lo había visto. Los ejecutivos le sugerían algunas preguntas a Chato.
— ¿Cómo eran las personas en ese lugar? ¿Algún rasgo distintivo?
—Eran como nosotros, pero todos tenían una especie de uniforme… Unos pantalones azules, no parecían muy cómodos. Y además de eso llevaban una máscara que les cubría la boca y la nariz.
—¿Recuerda algo más?
—Si, luego de caminar un par de horas busqué agua para beber, pero no había bebederos en ninguna parte, sólo había máquinas expendedoras. Una ancianita compró una botella y me la dio, era una botella de plástico con un líquido negro y burbujeante.
—¿Y todo el mundo la bebía? ¿Siempre pagaban por eso?
—Creo que era un sustituto del agua. Al principio me parecía demasiado dulce, pero después quería más. Hasta yo pagaría por algo así.
—¿Cómo pasó la noche en ese lugar?
—Cuando anocheció quise buscar un lugar para descansar, pero cada banca tenía algo que hacía imposible acostarse, y quedarse sentado era sumamente incómodo. Poco después empezó a llover, quise buscar refugio, pero todo sitio cubierto tenía el suelo lleno de púas y picos. Y después las calles comenzaron a inundarse, era como si todo estuviera diseñado para ser hostil.
—Esos autos no voladores parecen ser más baratos y sencillos de fabricar, ¿cree que de haber podido usar uno le habría sido de utilidad?
—Por supuesto, no me habría mojado, y pude haber descansado cómodamente en uno.
—Nuestros registros indican que reapareció a las 9:33:45 del día siguiente en los alrededores de la central nuclear del este de la ciudad. ¿Cómo fue que terminó ahí?
—De la misma forma en que me fui, solo aparecí. Creerán que estoy loco, yo también lo creía. Pero…
—Pero tiene evidencia —La voz de Chato cambió, era la de un ejecutivo —Es correcto, ya analizamos las grabaciones de sus dispositivos. Son auténticas.
—¿Eso significa que corregirán mi puntuación?
—Delo por hecho… Pero antes, tenemos que acordar algo.
—La compañía requiere —Era la voz de Chato de nuevo —que le ceda toda propiedad intelectual y autoría de productos o servicios creados o derivados de su experiencia. También requiere que mantenga este asunto bajo estricta confidencialidad entre usted y los superiores que la compañía le señale expresamente. Si acepta diga “Estoy de acuerdo”.
—Estoy de acuerdo —Pascal respiró aliviado —Se los agradezco mucho ¿Puedo volver a mi puesto de trabajo?
Hubo un silencio y después otra voz habló a través de Chato.
—Hum… No. Será reubicado. Su aventura en ese lugar podría servirnos para desarrollar nuevos productos para la compañía. Preséntese en el laboratorio de investigación y desarrollo. Ya lo esperan allá. Es todo.
Pascal no podía dejar de sonreír. Sin embargo, sentía una molestia en el cuerpo.
La voz de Chato volvió a ser monótona
—¿Se encuentra bien?
—Si, es solo… Tengo algunas molestias, me cuesta un poco respirar. Debe ser por las repentinas buenas noticias.
—Su temperatura corporal es elevada, le sugiero ir a la enfermería.
—No, estoy bien. No quiero llegar tarde otra vez.
El hombre abandonó la cabina, y Chato volvió a su estado de reposo.
J. E. Granja
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